Con la C: presentador de la tele que quiere desenmascarar a Leonardo

Con la C: presentador de la tele que quiere desenmascarar a Leonardo

Por un rostro se identifica a la persona que hay detrás y a veces hasta ideas que le trascienden. El de Guy Fawkes es hoy la máscara del movimiento Anonymous, el del Che, uno de los mayores símbolos del siglo XX. El rostro de Christian Gálvez (Móstoles, 1980) lleva una década ligado a Pasapalabra y, sin embargo, él vive a caballo entre la televisión y el Renacimiento. Lleva ocho años estudiando cuál fue la verdadera faz de Leonardo Da Vinci con historiadores, con los mayores expertos en el florentino, y hasta con genetistas o técnicos de morfopsicología de la Guardia Civil, y ahora expone sus conclusiones —que rebaten que se pareciera al autorretrato más conocido y solo presuntamente atribuido a él— en el libro Leonardo Da Vinci —Cara a cara— (Aguilar). Todo comenzó delante del fresco de La última cena, en el muro del refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en Milán. Acababa de leer a Dan Brown y no veía por ninguna parte a María Magdalena en la pintura. “Y, aunque apareciera, ¿dónde habría estado la herejía? Fra Angelico 50 años antes ya la había incluido”. De la curiosidad brotaron las novelas Matar a Leonardo Da Vinci (Suma, 2014) y Rezar por Miguel Ángel (Suma, 2016) y ahora, en última instancia, un texto divulgativo que le ha valido la invitación a un congreso en mayo con los eruditos que antes de 2019, del 500 centenario de la muerte de Da Vinci, exhumarán su cuerpo para, a través de pruebas de ADN, poder determinar su altura o su capacidad visual. Y, prioritariamente, cómo fue la cara de uno de los hombres más famosos de la historia, de alguien que vislumbró el futuro desde su brumoso horizonte.

Pregunta: ¿Por qué es importante esclarecer cómo era la cara de Leonardo Da Vinci? ¿Debe convertirse en un icono tan grande como sus obras?

Respuesta: Es el prologuista del libro, Ross King [escritor de no ficción] quien mejor responde al porqué de esa necesidad. Resulta irónico que del hombre que estudió la psicología en los gestos, en los rostros a través de la pintura, se sepa tan poco de su cara. Habrá mucha gente a la que le importe poco. A poca gente a la que le importe mucho. Pero es una cuestión de justicia.

P: La curiosidad trae una novela. ¿Qué le lleva a ir más allá y convertirse en investigador?

R: En la literatura se desvirtúa en pos del misterio al genio. Yo, escribiendo, descubrí que me interesaba más su faceta humana. ¿Pudo alguien así sentirse fracasado? ¿Fue un ganador?

P: ¿Cómo resulta compatible ser presentador de éxito durante más de 2.600 programas y escribir novelas que venden más de 50.000 copias?

R: No me gusta que de pequeño me dijeran que cuando algo te apasiona no existe el sacrificio. Porque luego descubres que no es cierto. Yo tengo la fortuna de tener un calendario muy flexible de grabaciones en Pasapalabra y poder dividir el resto del tiempo entre mi mujer, que me apoya y a la que le encanta venirse a Italia conmigo, y Leonardo Da Vinci.

P: ¿Cómo será su participación en el congreso de mayo con los eruditos? ¿Concluirán cuál era el verdadero rostro?

R: Yo voy a aprender. Mi aportación será un granito en una playa inmensa. Pero la noticia no debería ser este reconocimiento simbólico, que agradezco, sino que se lograra material genético suficiente y se cumpliera el objetivo.

P: ¿Qué rescata de lo que ha aprendido zambulléndose en el Renacimiento?

R: Leonardo era un polímata, trabajaba con todos los conocimientos adquiridos de varias disciplinas en sincronía. Y el Renacimiento no juzgaba. Si alguien dice ser arquitecto, científico y poeta bastaba con que lo demostrara. A mí me preguntan: “¿Tú qué eres escritor o presentador?” Y parece que tuviera que elegir, que fueran incompatibles. Así que respondo: yo soy curioso. Hoy lo normal es una excesiva especialización y, cuando se habla de multidisciplina, parece que signifique estar obligado a saber hacer de todo sin que se te considere ni remunere como correspondería.

P: Entonces, ¿cuál sería tu consejo para llegar lejos en objetivos tan divergentes?

R: Curiosidad y perseverancia. Defiendo la máxima de Einstein: “Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada”. Hay que hacer caso a las pasiones. Siempre digo: unas veces se gana y otras se aprende.

P: ¿Contra quién temería batirse en un ‘Rosco’ sobre conceptos de historia del Renacimiento?

R: Cualquier de los que colabora en mi libro me ganaría: Martin Kemp, Nicola Barbatelli. Y hasta algún actor de los que han participado en Pasapalabra, como Agustín Jiménez, que sabe de historia lo que no está escrito.

P: ¿Hay más pasos adelante en estas dos pasiones suyas, tele y Renacimiento, o habrá que buscarse una nueva?

R: Hago lo que me gusta y soy feliz. El verdadero éxito es que haya gente que haya creído en mí para poder publicar esto y que haya espectadores que crean todavía que cultura y entretenimiento pueden estar juntos en un programa de televisión.

Fuente original: elperiodico.com