El rosco viajero de Christian Gálvez

El rosco viajero de Christian Gálvez

Su rostro pertenece a esa categoría de profesionales que atraviesan con naturalidad la pantalla. De esos que, con el tiempo (y sin saber muy bien cuándo y cómo), pasan a ser familia. Junto a él sufrimos la tensión inclemente del rosco de ‘Pasapalabra’ desde hace ocho años. Hoy viajamos desde Noruega a Tailandia, de Extremadura a Japón, con el presentador y escritor madrileño Christian Gálvez. Hoy los segundos los pones tú: con la A…

A: Amboise en el valle del Loira, Francia. Fui a conocerlo porque allí se ubica Clos Lucé, la última morada de Leonardo da Vinci, y su supuesta tumba en el castillo de la ciudad, en la capilla de Saint-Hubert. Pueblo pequeño pero acogedor y encantador.

B: Bomarzo, municipio de Viterbo, en el Lacio italiano. El pueblo en sí no está a la altura de Arezzo o San Gimignano, pero tiene un parque muy peculiar. Terrorífico y sobrecogedor. El Parco dei Mostri, de 1550, es una galería pétrea que junto con la naturaleza, forman figuras grotescas proporcionando un espectáculo dantesco.

C: Camboya. Desgraciadamente conocí el país rodando un documental sobre la pederastia. Muy desagradable por un lado, pero con buenos resultados. Conseguimos rescatar un buen número de niños víctimas de abusos sexuales. Para olvidar Phnom Penh. Para recordar, ajeno a toda violación de derechos humanos, la ciudad de Siem Riep y los templos de Angkor.

D: Dinamarca, un país que recorrí en busca de antiguos asentamientos vikingos como parte de una investigación literaria. Un país extraordinariamente llano en el que destaco el asentamiento funerario de Lindholm Høje en Aalborg, el Vikinge Center en Ribe, el Patrimonio de la Humanidad de Jelling o Stevns Klint.

E: Escocia, un país que he recorrido casi tanto como mi amada Italia. Desde Edimburgo hasta Kirkwall en las Orcadas, he recorrido lugares impresionantes, unos cargados de historia viva, y otros de leyenda no menos increíbles. Para no perderse la capital, la capilla Rosslyn, Stirling, el Lago Ness, Skye o las Orcadas.

F: Florencia, posiblemente y personalmente la ciudad más bonita del planeta Tierra. El lugar donde, con mi mujer, me encantaría retirarme y fuente de inspiración de mi primera novela Matar a Leonardo da Vinci. Recomendación gastronómica: Trattoria 13 Gobbi, en via della porcellana 9.

Contiene la G: Managua y Matagalpa, Nicaragua. Dos ciudades especiales para mí, ya que tuve la oportunidad, junto a Infancia sin Fronteras, de poder ayudar a las escuelas que necesitaban apoyo constante. La salud, la alimentación y la educación eran nuestras prioridades.

H: Honolulu, Hawái. No es que me llame especialmente la atención. Uno de esos viajes que haces una vez en la vida y que piensas que no repetirías. Lo elijo porque fue el lugar donde mi mujer y yo pasamos parte de nuestra luna de miel. No destacaría el emplazamiento pero sí a la gente, amable y hospitalaria, y la oportunidad de hacer surf en un lugar único.

I: Irlanda. Viaje pendiente. Mezcla celta, anglosajona y vikinga. Muchas ganas de recorrer el país desde Dublín hasta el condado de Kerry y volver a subir hasta la Calzada del gigante, en Irlanda del Norte.

J: Japón. Otro de mis viajes pendientes aunque para mí es EL viaje. Pronto me embarcaré en una ruta samurai para conocer el país y los lugares donde se hizo célebre el Bushido.

K: Karnak y su complejo de templos. Otra de las maravillas que te puede ofrecer el país de los faraones. Ya sólo el camino procesional conocido como la Avenida de las esfinges al entrar en el templo de Amón Ra te hace viajar en el tiempo.

L: Longchamps, localidad de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Tengo una muy buena experiencia allí ya que con Mensajeros de la Paz de Argentina construimos una escuelita de fútbol con un montón de comodidades para los niños niñas más desfavorecidos de la zona. Incluía servicio médico, comedor, dormitorios y escuela base. Nunca olvidaré sus sonrisas.

M: Milán. La ciudad en sí no es de las que más me atraen ni me atraerán, pero he pasado demasiado tiempo allí como para valorar sus encantos. Su Duomo es impresionante, sí, pero en la ciudad de Milán fue donde empezó mi pasión por el Renacimiento allá en septiembre de 2009. El lugar exacto se llama Santa Maria delle Grazie y allí se ubica La última cena de Leonardo da Vinci. Imprescindible reservar con bastante antelación.

N: Nápoles. Que me disculpen los napolitanos, pero posiblemente la ciudad que más me ha decepcionado de todas las que he visto. Sin destacar nada desde el punto de vista turístico, sí que defenderé su gastronomía, de las mejores de la península itálica. Ambas, lógicamente, opiniones muy personales y subjetivas. Para no perderse el Vesuvio, Pompeya y, en menor medida, Herculano.

O: Oslo y el resto de Noruega. Otra cita pendiente en mi reciente incursión en el mundo vikingo. Deseando perderme por los fiordos hasta la mismísima provincia de Troms y, por supuesto, el Museo de Barcos Vikingos en Oslo.

P: Pirámides de Egipto. He recorrido innumerables sitios a lo largo y ancho del planeta. Nunca hubo nada (ni creo que lo habrá) que me hubiera producido semejante sorpresa y sensación de insignificancia. Es lo más impactante que he visto nunca.

Contiene la Q: Turquía. Otro mis países pendientes. Mi colección de cuentos infantiles de El pequeño Leo da Vinci se ha publicado allí. La situación no es la más idónea (creo) actualmente, pero para un apasionado de la historia como yo tiene que ser una gozada disfrutar de lugar donde se unen oriente y occidente.

R: Roma, ciudad eterna. Fuente principal de inspiración para mi novela Rezar por Miguel Ángel. Mi paseo por las catacumbas de San Calixto, fuera de las murallas, me hicieron plantearme todo el final de mi historia. Impresionantes.

S: Salisbury en Inglaterra. Demasiadas expectativas para Stonehenge, que me defraudó. Sin embargo, en silencio, esperaba Salisbury para aplacar la decepción. Uno de las ciudades más bellas que he visitado en mi vida. Un lugar para quedarte a vivir para siempre. El ascenso a la cumbre de su catedral, la más alta de toda Inglaterra, es inolvidable.

T: Tailandia. Un viaje de algo más de dos semanas para descubrir no sólo algunos de los lugares más bellos del planeta. También a sus gentes y su religión. Para no perderse Chiang Rai y el triángulo de oro, Ayutthaya y la provincia de Krabi.

U: Urbino. La ciudad en la que me perderé (junto con sus alrededores) los próximos seis meses preparando la tercena novela de mis Crónicas del Renacimiento: Salvar a Rafael.

V: Vinci, un pueblo pequeño sin mucho que ver, pero es el lugar donde nació Leonardo. Se puede visitar la casa natal en Anchiano, a tres klómetros del pueblo, y su pila bautismal en la iglesia Santa Croce.

W: Washington D.C. en EE.UU. Una de las grandes sorpresas de mi vida. Excursión accidental que me produjo uno de los mayores placeres turísticos de mi vida. En contraposición a la todo vertical Manhattan, esta ciudad archiconocida por el cine de Hollywood alberga lugares para perderse durante horas: desde el Smithsonian hasta el cementerio nacional Arlington.

Contiene la X: Puente de Alcántara en Extremadura. No se si será por cuestiones políticas o por desconocimiento total, pero el puente romano de Alcántara del año 104 sólo es Monumento Nacional, pero debería ser Patrimonio de la Humanidad por ser una obra de ingeniería única.

Contiene la Y: Reykjavík. Una ciudad a donde próximamente me llevará mi investigación vikinga y donde llegó Ingólfur Arnarson allá en el año 874. De allí años después saltaría Erik el rojo hacia la conquista de Groenlandia.

Z: Zaanse Schans, Holanda. Sí, soy de esos que no se dejó atrapar por Amsterdam. Sin embargo, mi ruta en coche me llevó a Gouda y a Zaanse Schans para comprobar que las postales y los selfies nunca llegan a igualar la mejor fotografía que uno puede hacer. La fotografía con la mente. Y en este lugar, mítico paraje de molinos holandeses, me di la razón.

Fuente original: traveler.es