Christian Gálvez: «En Florencia me siento como en casa»

Christian Gálvez: «En Florencia me siento como en casa»

Reconocido como especialista en elRenacimientoa nivel mundial, Christian Gálvez acaba de publicar un ensayo(Leonardo da Vinci. Cara a cara) donde desvela cuál era el verdadero rostro del maestro florentino. A nosotros nos revela cuáles son sus otrasfrikadasviajeras.
La primera pregunta es algo previsible… ¿Con qué personaje histórico te irías de viaje?
Con Leonardo da Vinci, por supuesto. Pero también con Ramsés II y con Jesús de Nazaret. Con Leonardo me haría un tour por Vinci, Florencia, Milán, Venecia, Roma y Francia. Con Ramsés me iría desde Karnak a Abu Simbel en carro. Y con Jesús, por toda la zona que desgraciadamente hoy en día está como está, para ver todo lo que vio: el Monte Hermón, Jerusalén, Getsemaní…
Para tu viaje ideal: ¿avión, tren, barco…?
Barco no, si puedo evitarlo, porque me mareo; no sé por qué, pero el mar me da miedo. En España prefiero el tren o el coche, en función de la prisa que tenga. Y para ir a Italia, que es donde paso un treinta por ciento del año, el avión, claro; pero luego alquilo un coche para moverme por allí.
¿Mochila o todo incluido?
Depende. Si hago viajes muy, muy largos con mi mujer, a Hawai, Tailandia, Japón… lo quiero todo programado. Si es para irme a Italia, que ya la conozco, o a la parte central de Inglaterra (me gusta todo lo que tenga que ver con la mitología de Robin Hood, Sherwood y todo eso), ya es más mochila. Ahora estoy haciendo algunos viajes al mundo vikingo con un amigo mío, y vamos en plan mochilero; de momento, nos hemos recorrido toda Dinamarca, Escocia, las islas Feroe y las Orcadas, y lo próximo será Irlanda.
Cuando viajas, en tu equipaje no puede faltar…
Un cuaderno y un lápiz. Tomo notas y dibujo bosquejos de los lugares para recordarlos mejor.
La mejor anécdota durante uno de tus viajes ha sido…
Es un poco soez… no sé si se podrá contar, pero bueno: Me fui a Pekín en 2008 para ver los Juegos Olímpicos con mi mujer, que se retiraba allí. Estuvimos quince días y le pedí a nuestro guía que me enseñara expresiones coloquiales en chino, como «¡de puta madre!». Ya no me acuerdo ni cómo se decía; pero notaba yo que la gente me miraba superraro, hasta que un tipo se me enfadó de veras… ¡porque les estaba diciendo «tu puta madre»! El guía se había confundido en la traducción, y no veas qué vergüenza. Es lo más embarazoso que me ha pasado nunca.
Si alguna vez te pierdes, ¿dónde habría que buscarte?
En Florencia. Normalmente no nos quedamos en el bullicio del centro, alquilamos en las afueras. Hay sitios espectaculares, como Fiesole, al norte, con el monte Ceceri, que es desde donde Leonardo se tiró con el ala delta (bueno, en realidad no se tiró él, se tiró un alumno…). Tiene una panorámica preciosa de Florencia. La ciudad es pequeña; yo me siento como en casa: sé dónde ir a hacer la compra, dónde salir con amigos, dónde ir a comer, a cenar… Recomiendo la trattoria 13 Gobbi, en Via de la Porcellana, muy cerquita de Santa Maria Novella. ¡Sirven la mejor bistecca alla Fiorentina que he probado en mi vida! Ahora bien, si es para el fin de semana, hay que reservar con días de antelación.
Un viaje que te haya marcado especialmente
Egipto. Tenía muchas expectativas y las sobrepasé por completo. Fui en agosto de 2009, me lo recorrí entero y me enamoré del país por sus pirámides y por aquella sensación de insignificancia que te dejan. ¡Son tan perfectas! De todas formas, creo que hay un error en las fechas de datación, porque si fueran ciertas los obreros habrían tenido que colocar un bloque por minuto, y eso es imposible. No concibo cómo las construyeron… Mira que he estado en la Muralla China y en un montón de sitios, pero lo de Egipto fue verdaderamente emocionante. De hecho, quise escribir novelas sobre Ramsés II, hasta que leí a Christian Jacq y me dije: «No puedes competir con esto; dedícate al Renacimiento».
Una decepción
Phnom Penh. Fui para rodar un documental sobre pederastas; pero dejando eso a un lado, que ya es bastante triste y lamentable, me pareció increíble cómo pueden coexistir en un mismo país espacios espléndidos como Angkor Wat y esta ciudad vertedero donde todo está permitido. No es para mí, aunque quizá iba condicionado por el trabajo que estaba haciendo allí.
El ‘souvenir’ más friki que te has traído de un viaje
Arena del Sahara cuando estuve en Tinduf, agua del Lago Ness, una piedra chiquitita de las pirámides de Egipto y otra piedra de la casa natal de Leonardo da Vinci, en Anchiano.
Lo mejor de viajar como escritor
La única ventaja es que puedes escribir pasajes históricos desde el sitio en que sucedieron realmente. El capítulo de la conjura de los Pazzi contra los Medici lo escribí dentro de Santa Maria del Fiore, por ejemplo. Quizá no tenga ningún valor añadido para el lector, pero sí para el autor. Para la novela que cerrará la trilogía de Crónicas sobre el Renacimiento, he estado en Urbino y tengo que volver a Roma, porque dispongo de cierta información sobre el lugar donde podría haber vivido Rafael con Margherita Luti, La Fornarina, y el libro -que saldrá en marzo de 2018– va sobre su relación.
Un viaje pendiente
Japón, pero por poco tiempo. Me atrae su periodo medieval, la época de los sogunatos, los samurái… Y llevo tatuajes japoneses por todo el cuerpo. Este es uno de esos viajes en que lo tengo todo absolutamente planeado, minuto a minuto, como un Excel. Lo primero que haga nada más aterrizar será ir a la tumba de los 47 ronin; es el poema épico por excelencia, el equivalente a nuestro Cid, y me apasiona.

Fuente original: elmundo.es